I
La gente miente por miedo. Todos mentimos por miedo. Miedo a defraudar a tu padre, a tu madre o a los dos. Miedo a no estar a la altura, a lo que piensen de ti, a lo que digan, a las consecuencias si haces o no esto o lo otro.
Miedo a ti mismo, a enfrentar tus miserias, a reconocer tu esencia y verte por dentro.
Nos asustan casi siempre las mismas cosas. Mentir se nos da bien. Una mentira tapa otra mentira y forma la gran bola de la mentira
que rueda incansable, cada vez más grande, más incontrolable y descarada.
II
Sé de una mentirosa profesional [que es para estudio, os lo juro]. Esa sí que miente. Tanto que tiene récord de mentiras por minuto.
[Permitidme que la ponga como ejemplo máximo de persona "fake"]
Os cuento: la conozco y me asombra su incapacidad para ser feliz. Se miente a ella misma, no se soporta e inventa mil anécdotas que la colocan en un lugar destacado. Se cree especial, la pobre, creyéndose sus propias mentiras.
No para su cerebro ni un segundo. Falsa como su mirada. Rencorosa y frustrada. Viviendo sus "días de mierda" con momentos memorables de triste autoengaño.
Miente por miedo. Es de manual. Miedo a sentirse sola, a no ser amada, a que la vean tal y como es.
Un querer y no poder: la historia de su vida. Neurótica, maniática, patética. Fantoche ridícula. Ser infumable. Mamarracho insoportable.
Digna de lástima si no tuviera ya de envidia el alma negra y el corazón podrido.
III
Tarde o temprano somos descubiertos. Las mentiras tienen las patas muy cortas. Pero si somos nosotros mismos los engañados habrá noches de desvelo donde nos tiemble el alma y aterrorizados veamos quiénes somos en realidad. No falla, eso pasa siempre. Aunque inconscientes creamos poder ser felices en nuestro patético mundo de mentira.
IV
Manipulada la verdad, no hay nada que nos ayude a vivir en paz.